"Coincido con usted en el camino que ha elegido para escribir poesía: economía, precisión, rigor al servicio de cierta metafísica muy densa y profunda; el tiempo, el declinar pero sin palabras 'poéticas' que enturbian la poesía. Debo decirle que sus poemas me gustaron..."
NOÉ JITRIK
""Creo que estás logrando el poder, ése que todos soñamos, de decir mucho, mucho, con poco. Mejor dicho: con poca materia. Me siento muy atraído por tu propuesta, inteligente, sin caer (que eso suele ser) en intelectualismos ni 'conceptismos'..."
JORGE ARIEL MADRAZO
"Piero, has descubierto el mundo con la mirada de un verdadero poeta..."
ESTER DE IZAGUIRRE
"Su mirada de poeta íntegro no deja escapar ninguno de los llamados del alma, los que transcriben un lenguaje cabal, anecdótico y sobrio. Le aseguro que no es habitual encontrarse con un creador de su estirpe: leal, medido, generoso, con su intima campana..."
LUIS RICARDO FURLAN
ritual del observador
“¿qué puedo hacer si
puedo hacerlo todo
y no tengo ganas sino
de mirar y mirar?”
Jaime Sabines
parado
en el patio de mi casa
la
noche me devora
en
un abrir y cerrar de sombras
las
estrellas
que
son dientes
me
mastican sin pudor
puedo
sentir como su aliento
me
inunda los costados:
soy
un trozo de hombre
en
sus fauces oscuras
deglutido
y huérfano
finalmente
escupe mis pedazos
me
lleva días y días
juntarme
y unirme a la vez
días
y días
parado
en el patio de mi casa
libro dedicado por Pedroni
yo
sé José
que
este libro
es
algo más que una cáscara de árbol
ajada
por el tiempo
sé
que tus poemas
amortiguados
en el negro de la tinta
danzan
su noche
como
esporas que el aire disipa
en
inútil presagio de voces y olvidos
sé
también que tus dedos
recorrieron
sus entrañas
y
que tus ojos
rodaron
en idéntico abismo
en
idéntica sal
hasta
ser hoy
en
mis ojos
prolongaciones
que invitan
al
temblor de la hoguera
muerde
la vida en este siglo José
y
al bautismo de tu palabra
desangra
el poema
su
pesadilla de hambre y soledades
un
nombre
una
dedicatoria
un
año y tu letra manuscrita
siendo
fuego de racimo en la madera
no
es un libro más José
y
lo sabemos...
también
es el instante de vida
que
lo tuvo en tus manos
que
acarició la pluma
para
preñar la hoja con tu escritura
esa
saliva airosa que desnudó sus páginas
y
ese aleto de luces
jugando
en el otoño
setenta
años después
como
si nada
desnutrición infantil
miente
la primavera
miente descaradamente
no
puede robarse el color
ni
la imagen del hombre
guareciéndose
en el fuego…
un
niño
arde
en su infancia
de
juguetes y puñales:
miente la primavera
miente
descaradamente
denario
a Miguel Angel
Migliarini
Tiberio
jamás
pudo imaginar que su cara
(retratada
de perfil en la moneda)
jugaría
a ser fuego entre dedos celestiales
tampoco
pudo imaginar
que
el mismísimo hijo de Dios
osaría
preguntar por su nombre
dos
mil años atrás
cuando
un imperio
era
el pañuelo del mundo y Judea
algo
así como el espejo
donde
se refleja la espada
no
el
hijo adoptivo de Augusto
nunca
pudo imaginar que su muerte
(asidas
a su cuello las manos de Macrón)
no
era más que un vuelto
a
esa moneda que en los años
sería
el tributo al no tributo
algo
así como darle al hombre
lo
que se merece
refugio
de orgías y traiciones
un
denario resguarda en su memoria
el
latido impreciso de los siglos:
Roma
ya no es Roma
Tiberio
ni
siquiera polvo del polvo...
y
la historia
(intransigente,
voluptuosa, fugaz)
escribe
sus palabras en la arena
sabiendo
que al César
finalmente
se le ha dado
lo
que es del César...
la campana
“Sacan de la venta la campana que habría usado Colón,
La pieza supuestamente
estaba en la Santa María.
Fue encontrada en 1994
entre los restos
de un naufragio...”
interrogada
por el juez
el
testimonio que los actuarios certifican
es
el siguiente:
yo
estuve allí
y
hervía como mandioca en fuego
cuando
el almirante
tañó
mi vientre
aferrando
su puño en el badajo
estuve
allí
y
sentía el hedor de la piel ibérica
apretujada
como un banco de sardinas
en
una cáscara de nuez
no
más grande que un burdel de puerto
allí
en
el exacto medio entre el cielo y el mar
entre
la historia y sus razones
entre
ellos
yo
estuve allí
cinco
siglos atrás
describiendo
la redondez de la naranja
exprimiendo
su jugo
estuve
allí
vomité
el aroma de sus orines oscuros
sus
cascos
sus
podredumbres
sus
espadas y lanzas confiscatorias
allí
donde
la turba desenvainó su falo
afiebrado
y famélico
dispuesto
a reventar las ubres
pronto
a eyacular
yo
estuve allí
¡qué
joder!
y
me arrepiento...
bibliothekai alexandria
seguro
de sí mismo
Calímaco
de Cirene
posa
sus ojos en un universo errante
no
lo apabulla el contenido
lo
desvela esa necesidad de tenerlo a mano
de
darle un orden
una
alfabética forma de registrar la memoria
con
sus dedos acaricia
metafóricamente
cada
estantería
cada
pinakoi
y
lo conmueve el murmullo de nombres
de
creencias y ritos
huellas
ancestrales que depuran
los
guijarros de una raza
alejándose
del simio
más
tarde
reordena
con paciencia los rollos
y
del catálogo
navegan
a sus anchas las voces del hombre nuevo
para
él
no
es utópico pensar que el mundo
quede
reducido a esas tablas
para
él no hay idiomas
lengua
o balbuceo
que
detenga la comprensión de lo vivido
satisfecho
exhausto
pero íntegro
Calímaco
descansa al terminar el día
sabiendo
que la luz
no
solo proviene de los astros
sino
que cada lámpara
estalla
seminalmente en la escritura
entonces
el
bibliotecario duerme...
y
en su sueño
el
fuego lo desborda
condena
a la ceniza toda pretensión del saber
una
historia que
por
humana
merece
ser habida
lejos
de las premoniciones
el
hombre de Cirene despierta
la
mañana le devuelve la algarabía de los pájaros
y
el mar
eterno
e imponente
se
cuela nuevamente en su nariz
con
ese mismo olor
de
las cosas perdurables...
cucaracha en peatonal Córdoba
áspera
instintiva
rompiendo el molde de su reputación
terrestre
huía -frenética barca que naufraga-
hacia ninguna parte
con habilidad de flecha
aunque torpe en su brújula animal
se aferraba a los dibujos de la vereda
como un simio se aferra
a la rama de su especie
millones de pies
-para ella eran millones -
sorteaban su sentencia de muerte
ante rostros impávidos
ajenos al tormento que supone
la asimetría de esta contingencia
por momentos
pensé
que para el mundo
su
vida
era sólo una diástole en el corazón del
segundo
por momentos
intuí
que poco le importaba
los mitos y fábulas
construidos a partir
de su tozuda voluntad de supervivencia
eso pensé
eso intuí
hasta que el morado rectángulo de su
morfología
crujió en la suela de mi zapato
enhebrando un ruidos más
en la febril hecatombe
de los ruidos humanos
la carrera impiadosa llegaba a su fin
como llega a su fin este poema:
apocalíptico para su recuerdo
misericorde por donde se lo mire
(Rosario, enero de 2007)
diseñada así
con esta manera injusta de barajar los
naipes
la humanidad es solo un temblor
una amarilla edad
para los marginados
30 de diciembre de
2006, 6:00 a.m.
con la soga al cuello
Saddan espera
el frío que antecede a la mañana
lo envuelve
y descuenta que este invierno
será distinto a tantos otros en Bagdad
hecho racimo en su oscuro tapado
e inmutable como un agua retenida
capta con los ojos
el ritual de sus verdugos
solo tiene en mente unas palabras
y el olor de los damascos
en la lejana Tikrit
una bufanda en la garganta
interpone la piel al lazo punitivo
y la ejecución es un número más
en este circo de petróleos
matanzas y químicas experiencias
lo demás
lo conoce
sus pies flotarán sobre la base
arrebatada del cadalso
y ese aire fresco de la madrugada
negándose a entrar en sus pulmones
marcará el fin
filmadoras y celulares de la post
modernidad
devolverán su imagen suspendida en el
vacío
y las noches ya no serán mil
ni una
sino infinitas
en el manto de Alá
con la soga al cuello
Saddan espera...
la historia también
contemplación de la
levedad
en el pulmón de la tarde
cae la hoja del árbol y su resina
moja la memoria del verde…
leve
muy leve
apenas una pluma en los brazos del
viento
va perdiendo altura
zigzagueando entre frondosas distancias
resignada a la caída
como un planeta se entrega
a su órbita de luces y vacíos
es increíble como mis ojos caen con ella
y se demoran en el adiós de los hombres
pero es su adiós vegetal
es el que muere en la tormenta
gota y savia en el dibujo de la lluvia
sola
ajena a todo nacimiento
cae la hoja del árbol
y entierra su nervadura de soles
donde una vez fue ceguera
júbilo
patria de raíces
aire y semillas
del obituario hasta su nombre
solo el recuerdo grabará esta hora
solo el recuerdo
y este poema
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