martes, 9 de septiembre de 2008

Poemas del libro "AL TEMBLOR DE LA HOGUERA" (Yaguarón Ediciones, 2011)

"Coincido con usted en el camino que ha elegido para escribir poesía: economía, precisión, rigor al servicio de cierta metafísica muy densa y profunda; el tiempo, el declinar pero sin palabras 'poéticas' que enturbian la poesía. Debo decirle que sus poemas me gustaron..."
NOÉ JITRIK

""Creo que estás logrando el poder, ése que todos soñamos, de decir mucho, mucho, con poco. Mejor dicho: con poca materia. Me siento muy atraído por tu propuesta, inteligente, sin caer (que eso suele ser) en intelectualismos ni 'conceptismos'..."
JORGE ARIEL MADRAZO

"Piero, has descubierto el mundo con la mirada de un verdadero poeta..."
ESTER DE IZAGUIRRE

"Su mirada de poeta íntegro no deja escapar ninguno de los llamados del alma, los que transcriben un lenguaje cabal, anecdótico y sobrio. Le aseguro que no es habitual encontrarse con un creador de su estirpe: leal, medido, generoso, con su intima campana..."
LUIS RICARDO FURLAN




ritual del observador


“¿qué puedo hacer si puedo hacerlo todo
y no tengo ganas sino de mirar y mirar?”
Jaime Sabines


parado en el patio de mi casa
la noche me devora
en un abrir y cerrar de sombras

las estrellas  
que son dientes
me mastican sin pudor

puedo sentir como su aliento
me inunda los costados:
soy un trozo de hombre
en sus fauces oscuras

deglutido y huérfano
finalmente escupe mis pedazos
me lleva días y días
juntarme y unirme a la vez
días y días
parado en el patio de mi casa





libro dedicado por Pedroni



yo sé José
que este libro
es algo más que una cáscara de árbol
ajada por el tiempo

sé que tus poemas
amortiguados en el negro de la tinta
danzan su noche
como esporas que el aire disipa
en inútil presagio de voces y olvidos

sé también que tus dedos
recorrieron sus entrañas
y que tus ojos
rodaron en idéntico abismo
en idéntica sal
hasta ser hoy
en mis ojos
prolongaciones que invitan
al temblor de la hoguera

muerde la vida en este siglo José
y al bautismo de tu palabra
desangra el poema
su pesadilla de hambre y soledades

un nombre
una dedicatoria
un año y tu letra manuscrita
siendo fuego de racimo en la madera

no es un libro más José
y lo sabemos...
también es el instante de vida
que lo tuvo en tus manos
que acarició la pluma
para preñar la hoja con tu escritura
esa saliva airosa que desnudó sus páginas
y ese aleto de luces
jugando en el otoño
setenta años después
como si nada



desnutrición infantil


miente la primavera
miente descaradamente
no puede robarse el color
ni la imagen del hombre
guareciéndose en el fuego…

un niño
arde en su infancia
de juguetes y puñales:
miente la primavera
miente descaradamente



denario

a Miguel Angel Migliarini


Tiberio
jamás pudo imaginar que su cara
(retratada de perfil en la moneda)
jugaría a ser fuego entre dedos celestiales

tampoco pudo imaginar
que el mismísimo hijo de Dios
osaría preguntar por su nombre
dos mil años atrás
cuando un imperio
era el pañuelo del mundo y Judea
algo así como el espejo
donde se refleja la espada

no
el hijo adoptivo de Augusto
nunca pudo imaginar que su muerte
(asidas a su cuello las manos de Macrón)
no era más que un vuelto
a esa moneda que en los años
sería el tributo al no tributo
algo así como darle al hombre
lo que se merece

refugio de orgías y traiciones
un denario resguarda en su memoria
el latido impreciso de los siglos:
Roma ya no es Roma
Tiberio
ni siquiera polvo del polvo...

y la historia
(intransigente, voluptuosa, fugaz)
escribe sus palabras en la arena
sabiendo que al César
finalmente se le ha dado
lo que es del César...



la campana

“Sacan de la venta  la campana que habría usado Colón,
La pieza supuestamente estaba en la Santa María.
Fue encontrada en 1994 entre los restos
 de un naufragio...”
LA NACIÓN, 18.02.03


interrogada por el juez
el testimonio que los actuarios certifican
es el siguiente:
yo estuve allí
y hervía como mandioca en fuego
cuando el almirante
tañó mi vientre
aferrando su puño en el badajo

estuve allí
y sentía el hedor de la piel ibérica
apretujada como un banco de sardinas
en una cáscara de nuez
no más grande que un burdel de puerto


allí
en el exacto medio entre el cielo y el mar
entre la historia y sus razones
entre ellos

yo estuve allí
cinco siglos atrás
describiendo la redondez de la naranja
exprimiendo su jugo

estuve allí
vomité el aroma de sus orines oscuros
sus cascos
sus podredumbres
sus espadas y lanzas confiscatorias

allí
donde la turba desenvainó su falo
afiebrado y famélico
dispuesto a reventar las ubres
pronto a eyacular

yo estuve allí
¡qué joder!
y me arrepiento...



bibliothekai alexandria


seguro de sí mismo
Calímaco de Cirene
posa sus ojos en un universo errante
no lo apabulla el contenido
lo desvela esa necesidad de tenerlo a mano
de darle un orden
una alfabética forma de registrar la memoria

con sus dedos acaricia
metafóricamente
cada estantería
cada pinakoi
y lo conmueve el murmullo de nombres
de creencias y ritos
huellas ancestrales que depuran
los guijarros de una raza
alejándose del simio

más tarde
reordena con paciencia los rollos
y del catálogo
navegan a sus anchas las voces del hombre nuevo

para él
no es utópico pensar que el mundo
quede reducido a esas tablas
para él no hay idiomas
lengua o balbuceo
que detenga la comprensión de lo vivido

satisfecho
exhausto pero íntegro
Calímaco descansa al terminar el día
sabiendo que la luz
no solo proviene de los astros
sino que cada lámpara
estalla seminalmente en la escritura

entonces
el bibliotecario duerme...
y en su sueño
el fuego lo desborda
condena a la ceniza toda pretensión del saber
una historia que
por humana
merece ser habida

lejos de las premoniciones
el hombre de Cirene despierta
la mañana le devuelve la algarabía de los pájaros
y el mar
eterno e imponente
se cuela nuevamente en su nariz
con ese mismo olor
de las cosas perdurables...

 cucaracha en peatonal Córdoba


áspera
instintiva
rompiendo el molde de su reputación terrestre
huía -frenética barca que naufraga-
hacia ninguna parte

con habilidad de flecha
aunque torpe en su brújula animal
se aferraba a los dibujos de la vereda
como un simio se aferra
a la rama de su especie

millones de pies
-para ella eran millones -
sorteaban su sentencia de muerte
ante rostros impávidos
ajenos al tormento que supone
la asimetría de esta contingencia

por momentos
pensé
que para el mundo
su vida
era sólo una diástole en el corazón del segundo

por momentos
intuí
que poco le importaba
los mitos y fábulas
construidos a partir
de su tozuda voluntad de supervivencia

eso pensé
eso intuí
hasta que el morado rectángulo de su morfología
crujió en la suela de mi zapato
enhebrando un ruidos más
en la febril hecatombe
de los ruidos humanos

la carrera impiadosa llegaba a su fin
como llega a su fin este poema:
apocalíptico para su recuerdo
misericorde por donde se lo mire

(Rosario, enero de 2007)



la Biblia, al revés


diseñada así
con esta manera injusta de barajar los naipes
la humanidad es solo un temblor
una amarilla edad
para los marginados



30 de diciembre de 2006, 6:00 a.m.


con la soga al cuello
Saddan espera

el frío que antecede a la mañana
lo envuelve
y descuenta que este invierno
será distinto a tantos otros en Bagdad

hecho racimo en su oscuro tapado
e inmutable como un agua retenida
capta con los ojos
el ritual de sus verdugos
solo tiene en mente unas palabras
y el olor de los damascos
en la lejana Tikrit

una bufanda en la garganta
interpone la piel al lazo punitivo
y la ejecución es un número más
en este circo de petróleos
matanzas y químicas experiencias

lo demás
lo conoce
sus pies flotarán sobre la base arrebatada del cadalso
y ese aire fresco de la madrugada
negándose a entrar en sus pulmones
marcará el fin

filmadoras y celulares de la post modernidad
devolverán su imagen suspendida en el vacío
y las noches ya no serán mil
ni una
sino infinitas
en el manto de Alá

con la soga al cuello
Saddan espera...
la historia también



contemplación de la levedad


en el pulmón de la tarde
cae la hoja del árbol y su resina
moja la memoria del verde…

leve
muy leve
apenas una pluma en los brazos del viento
va perdiendo altura
zigzagueando entre frondosas distancias
resignada a la caída
como un planeta se entrega
a su órbita de luces y vacíos

es increíble como mis ojos caen con ella
y se demoran en el adiós de los hombres
pero es su adiós vegetal
es el que muere en la tormenta
gota y savia en el dibujo de la lluvia
sola
ajena a todo nacimiento

cae la hoja del árbol
y entierra su nervadura de soles
donde una vez fue ceguera
                              júbilo
                              patria de raíces
                              aire y semillas

del obituario hasta su nombre
solo el recuerdo grabará esta hora
solo el recuerdo
y este poema



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