miércoles, 9 de enero de 2008

Poemas del libro "TEXTURAS POSIBLES"




Claridad perpetua
(A manera de prólogo al poemario: texturas posibles)


Con este poemario, Piero De Vicari, [San Nicolás, provincia de Buenos Aires, Argentina], infatigable promotor cultural, con una energía y poética inconfundible, ha editado, Poemas del caballo azul, 1989; Gato de piel lunar, 1996; Vicio de manos, 1999; Palabra Lázaro, 2002. Además, sus poemas han sido traducidos al italiano, francés, inglés, alemán, servio, croata, ruso, guaraní, italiano, catalán y portugués.
En la claridad de su poesía, el poeta medita sobre diversos personajes y temas, quizá como un reverso —otra manera de ver o de vincularse a otras aguas del mismo río, si esos ríos tuviesen otros desagües u otros deltas.

Texturas posibles, se ha convertido en el hilo conductor de si no hubiera sido tal cosa, sería ésta. El autor recurre a ciertos personajes de la historia y los recrea en el ámbito de su propia emoción y de este tiempo de memoria dolorida. Desde el mástil de palabra, Piero nos envuelve con la llama humana del alma y sus cauces. Me recuerda, sólo por mera referencia, a Paul Èluard en Poèmes pour des artistes, sobre todo aquellos poemas dedicados a Picasso, entre los que destaco dos versos: “Entoure ce citron de blanc d'œuf informe/ Enrobe ce blanc d'œuf d'un azur souple et fin”. O, inclusive, los dedicados a Bretón: provenientes de: “La vie immédiate”, “ Les yeux cernés à la facon des châteaux dans leur ruine/ Une bure de ravins entre elle et son dernier regard ”.

Piero De Vicari se siente en Texturas posibles, [cuya definición aclaro:“El término textura refiere a la sensación que produce al tacto el roce con una determinada materia y en el cual el sentido del tacto es el principal decodificador de la misma, ya que es el vehículo o encargado de producir la sensación que ostente la textura en cuestión: suavidad, dureza, rugosidad, entre otras”.] en su recorrido existencial, arrojado al mundo, empujado hacia el golpeteo de la sangre, a la entraña desandada de otros rostros, como: Simón bar Joná, Juan Melchor Bosco, Edgar Allan Poe, Rodrigo de Triana, Luigi Pirandello, Louis Armstrong, etc., sólo para mencionar a algunos que han marcado de una u otra forma a la humanidad.

Este puzzle de horizontes se compone de recuerdos vitales para el poeta, revestidos por los molinos de viento de la diafanidad. Vértebras a fin de cuentas de la contextura humana. En Notas de Andar y Ver, don José Ortega y Gasset, nos explica estos pretéritos esenciales: “El valor que damos a muchas de las realidades presentes no lo merecen éstas por sí mismas; si nos ocupamos de ellas es porque existen, porque están ahí, delante de nosotros, ofendiéndonos o sirviéndonos. Su existencia, no ellas, tiene valor. Por el contrario, de lo que ha sido nos interesa su calidad íntima y propia. Y así, en puras carnes, es cuando comienzan a vivir de su vigor esencial”. Intrínseca es la desnudez del pensamiento, admirable el atavío de la sinceridad, la condensación inagotable, la altura hacia la novedad, el espíritu creador de la memoria a través de la palabra. Piero, tiene, digamos, el delicado y minucioso trabajo de ensayar los sueños y las historias con memorable madurez.

En Louis Armstrong, nos dice: “estarás allí, sentado/ con tu trompeta en la boca/ ensayando dulces acordes de jazz/ de un mágico jazz que presagia/ el futuro inexorable”. El poeta reinventa, a menudo; desvela el juego de los sueños para instalar otros; profana ciertos significados para ahijar otras tentaciones refrescantes. En el poema “Telescopio espacial Hubble”, con las estribaciones de su imaginario y la civilización como una sombra íntima, De Vicari, nos expresa: “un ojo más allá del ojo/ (la forma precisa con que los dioses nos vigilan)/ eso habrías sido/ de no haber sido el brazo robótico del astrónomo/ señalando, a distancia, el límite inasible”.

Es posible, siempre, imaginar otros personajes, otros acontecimientos, —frescos círculos con los fideos de la historia; otros elementos palpitantes en nuestras vísceras; otras verdades donde el karma encuentre puertas diáfanas; pero este mundo nos marca: son a menudo, símbolos pavorosos en el espejo. Tensas utopías de la esperanza. Aire que respiramos en los fuegos cruzados de la historia. Piero nos traslada en este poemario, inclusive, hasta las “Tumbas reales de Petra”, para advertirnos que “de no haber sido un farallón/ tallado en el centro de la nada/ habrías sido el nido tutelar/ de las aves migratorias”. Piero sabe, —como lo advertía don Juan Ramón Jiménez en “Eternidades”—, “arrancar la melodía última, la última luz al pensamiento”.

Dicho lo anterior, la poesía de Piero De Vicari, en general, es un vuelo de ebanista; su palabra ha alcanzado el palmo solar de lo inefable; los fósforos de un destino cuyos papeles brillan en las ventanas del amanecer y no, en la sordidez prevaleciente de los túneles. Su poesía se yergue: una acuarela cuasi de lo profético, misterioso jardín del devenir. Libro éste simbólico, con matices de luz y sombra. Eterno vaho de la luz de todos los tiempos. Mery Sananes, refiriéndose a León Felipe, —y que traigo a propósito aquí, — advierte: “El mundo es como una máquina a la que se le ha acabado la cuerda. Para ponerla a funcionar el hombre deberá depositar en ella una estrella. Una estrella nueva de paladio, fósforo e imán”. Piero ha comprendido que también la poesía es, a más de descubrimientos, de valoraciones, comprender el mundo y sentir su vivir.


Sin duda, Texturas posibles, es un poemario gestado en el navío de los propios derroteros que el poeta se ha propuesto: Libro creciente y de trazos afilados. Libro de humanos destellos, de cornisas y manantiales, de ceniza transpirada hecha inmemorial ungüento, porque a fin de cuentas, la poesía es esa otra realidad reinventada en los balcones del paisaje. Es la luz imaginada en los relojes de Magritte. El poeta desabriga para abrigar con nuevo talante, no sólo la palabra, sino la gota de jade de cada cripta sigilosa.



André Cruchaga,
Barataria, 30.XII.2009




Sacsayhuamán
(fortaleza ceremonial inca)





de no haber sido roca ensamblada
en babélica destreza
habrías sido un ínfimo capullo
de trébol sosegado

tan ínfimo que harías parpadear
los astros y los bulbos cebollares
y las ancianas menopáusicas
y el centeno
con su rubor de cerco megalítico

aún así
entrarías en las entrañas de extramuro
mínimo capullo
como dios de risueña ceja
destetando miedos de basalto y níquel

y volarías
(leve, muy leve… ¡ casi un suspiro!)
por montes, cordilleras, mares transparentes
para terminar siendo una aguja
una fina e imperceptible aguja
en los juanetes
del mismísimo Pizarro




Guitarra


de no haber sido rostro de cuerdas y madera
tu cuerpo habría sido un dado
de tosca cuneiforme
un dado de seis besos, de seis
orgasmos repartidos
entre la noche, entre las tumbas
que recortan poderosas nimiedades
casa mortuoria donde Adán aún lloriquea
sin su costilla insensible

oceánico dado, hispánico, meditabundo
lanzado al vacío de los dedos
golpeando los rincones de la sed
de esa furiosa vagina que es tu nada
con su falo-mástil
con su lengua-mástil
con su cara de verde
verdosidad amazónica

un dado con cuerpo de mujer
un fuego
la chispa de ese fuego





Río Paraná


de no haber sido cauce de tribus cimarronas
una melena oscura rondaría tu nombre
cálida espuma que inventa
en nosotros
otros fuegos penitentes

cítrico serías
desolación de barro
sobre esteros firmes
dedos ovillando el omóplato del trueno
estos ojos que conocen de luciérnaga
perros olfateando
entre feroces cañaverales
corredores de miel y de crótalos
donde la palabra llega
para quedarse
donde la palabra es muerte
quizás olor
o sólo sombras de oleaje
y caballares

de no haber sido río
habríamos paridos dioses
para crearte







Louis Armstrong


de no haber sido una trompeta
aferrada a la boca de un hombre negro
habría apostado que serías un ángel
ensayando para el juicio sumarísimo
del último día

pero no, por supuesto que no
si una trompeta no tiene alas
ni tu boca tiene hebras de tramas celestiales
¿cómo creer que serías un ángel bajado del cielo,
del triste cielo de los negros
que reciclan la miseria
en el alegre cielo de los blancos?

ah Louis, nadie desconoce
la existencia de los ángeles
ni que Dios es daltónico
cuando juega a los dados

sin embargo
estarás allí, sentado
con tu trompeta en la boca
ensayando dulces acordes de jazz
de un mágico jazz que presagia
el futuro inexorable




Telescopio espacial Hubble



un ojo más allá del ojo
(la forma precisa con que los dioses nos vigilan)
eso habrías sido
de no haber sido el brazo robótico del astrónomo
señalando, a distancia, el límite inasible

sabes que el corazón del hombre es una semilla
y tu corazón, raíz purpúrea de la aurora boreal
metal, cuarzo y órbita son tus días
repetida maniobra en la matriz
redentora del autómata

habrías sido un ojo más allá del ojo
lo que equivale a decir
una retina más allá del azúcar
un iris recreando la ceniza
una pupila en la proximidad de lo que somos

dueño de un espacio que fluye hacia nosotros
boca de luz en la marea insondable
busco en el cielo
tu cintura celeste
tu renovado ulular de insecto
el espejo que nos devuelva
la cara de una cara
mirándonos, sorprendida,
en la delgada instancia de la nube





La escritora Concepción Bertone, junto al poeta Piero De Vicari, durante el análisis del libro, en la presentación de "Texturas posibles" (2010)



Parte del público que asistió a la presentación del poemario "Texturas posibles" de Piero De Vicari

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